2 de noviembre de 1977, Ainsa, provincia de Huesca. Un silencio innatural se había instalado a las afueras del pueblo aquella noche. La clase de silencio que opacaba el fluir de rio Ara y asfixiaba el viento del valle. La clase de silencio que no pertenecía a estos montes. De nada sirvió el lejano esconxurandero de la iglesia de San Salvador, ni los espantabruxas que decoraban las chimeneas, ni la cardincha que colgaba en la puerta de los Lardies. A fin de cuentas, que poder podría tener ese seco sol frente a aquellos forasteros. Idali yacía despierta en su cama, incapaz de dormir. Ya que el mundo a su alrededor se había quedado afónico, como si una presencia lo opacara, invisible para la mayoría, pero evidente para cualquier niño. Aferrada a su ratoncillo de peluche, buscaba algún tipo de refugio en su suave amigo. Pero de poco servía, cuando su cuarto, un santuario de día, ahora era hostil a ella. Ninguna luna esa noche, ningún coche rumbo a Bol...
Bajo una baldosa no lejos de la catedral se descubrió una serie de manuscritos antiguos y ajados por el tiempo. Así que ponte cómodo amigo, y comienza a leer estos Relatos encontrados en Huesca.