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Mostrando entradas de agosto, 2022

Los Ojos de Aldara Dorregarai. Parte 2/3

Tras aquella noche hui. Me refugié en la casa de uno de mis compañeros del bufete. Lejos del caserón de los Dorregarai por fin me sentí a salvo y pude dormir. Alejado de pesadillas, presencias invisibles y de aquellos malditos ojos rojos. Fuera del alcance del amor de Aldara. Con el paso de los días su cuerpo desnudo se fue desdibujando de mi mente y solo quedo el recuerdo de aquel demonio. Aunque he de reconocer que en más de una ocasión pensé en ella, en sus dulces pecas, en su felicidad contagiosa, en su amor pegajoso. Acaso me odiaría, o me seguiría esperando, aguardando mi llegada junto aquellos ojos rojos. Las siguientes semanas pernocte en casa de este compañero, poniendo la excusa de que mi habitación se encontraba en reformas. Una argucia que solo me conseguía tiempo, ya que tarde o temprano debería volver. Pero aún me quedaba una posibilidad. En costas americanas, más concretamente en la ciudad de Arkham, un antiguo amigo de la facultad se había instalado al verse enc...

Los Ojos de Aldara Dorregarai. Parte 1/3

He aquí las últimas palabras de un hombre muerto, que fue testigo sin saberlo del mayor acto de amor. Aldara Dorregarai, ese era su nombre y su recuerdo. Chica pelirroja y pizpireta, hija de un capitán de compañía nombrado marques tras el desfiladero de Eroul, el cual quedo despojado de título y vida tras la batalla de Abázzuza. Con el fin de la guerra cada vez más cerca y los últimos seguidores de Don Carlos a esperas de ser fusilados, viuda e hija decidieron abrir su casa a estudiantes, periodistas, novelistas y otros grandes señores que buscaran en Bilbao un lugar donde hospedarse.  Es aquí donde entro yo. Recién graduado en Derecho Mercantil en la Universidad de Madrid, y algo versado en las antiguas leyes romanas, fui contratado por un famoso bufete bilbaíno cuyo nombre no es necesario mancillar en este delirio. De este modo, y bajo la referencia de un amigo de la familia Dorregarai se me facilitó una habitación en aquella casa. Imagínense, un recién llegado, un muchacho de ca...