Tras aquella noche hui. Me refugié en la casa de uno de mis compañeros del bufete. Lejos del caserón de los Dorregarai por fin me sentí a salvo y pude dormir. Alejado de pesadillas, presencias invisibles y de aquellos malditos ojos rojos. Fuera del alcance del amor de Aldara. Con el paso de los días su cuerpo desnudo se fue desdibujando de mi mente y solo quedo el recuerdo de aquel demonio. Aunque he de reconocer que en más de una ocasión pensé en ella, en sus dulces pecas, en su felicidad contagiosa, en su amor pegajoso. Acaso me odiaría, o me seguiría esperando, aguardando mi llegada junto aquellos ojos rojos. Las siguientes semanas pernocte en casa de este compañero, poniendo la excusa de que mi habitación se encontraba en reformas. Una argucia que solo me conseguía tiempo, ya que tarde o temprano debería volver. Pero aún me quedaba una posibilidad. En costas americanas, más concretamente en la ciudad de Arkham, un antiguo amigo de la facultad se había instalado al verse enc...
Bajo una baldosa no lejos de la catedral se descubrió una serie de manuscritos antiguos y ajados por el tiempo. Así que ponte cómodo amigo, y comienza a leer estos Relatos encontrados en Huesca.